“Vamoaechá Unpelao”

(Etimología e historia de la terminología de Esquel)

Temerosos voyeuristas del lenguaje que recién se asomen a estos renglones, seguramente juzgarán estos trazos de soeces y vulgares, pero nada más alejado de la realidad. Quienes recién llegan a la Patagonia, especialmente a la zona de Esquel podrán toparse con un manantial inagotable de modismos hijos de una lengua viva, portadora de una originalidad única.
Como todo recurso del idioma, el sexo no pasa inadvertido a los tentáculos de las palabras. Es aquí donde entra en juego el término que los esquelenses utilizamos de manera sofisticada para invitar a otra o a otro a compartir el deseo carnal con nosotros:

“Vamoaechá Unpelao”

Su origen se remonta a mediados del siglo XX, en Esquel, donde se sabe habitó en nuestra zona el Francés, Michel Foucault, un elegante parisino de prominente calvicie que ejercía el oficio de la cinematografía, además de la filosofía, especialmente apuntada al cine pornográfico. Aunque algunos vecinos aseguran poseer casettes vhs con cortometrajes eróticos, la realidad es que lo único que se conoce es el libro del Sacerdote Sergio Vittadini, llamado “Cuando se mueve la sotana es que el cura se amacana” del cual extraemos un breve párrafo:

“…El foráneo Michel Foucault tenía la inmoral costumbre de andar trepando tapias de los albergues transitorios, asomándose a la mirilla de las puertas de los cuartos matrimoniales, con el objetivo de captar imágenes para sus producciones audiovisuales eróticas. Cierto es que si bien se recuerdan un par de sus cortometrajes tales como “Esta perca tuerta quiere entrar por esa puerta” o “Este pueblo del orto no tiene telo” que no trascendieron más que en algunas noches de cine, de Excedra y El Correo Pub; lo cierto que las sorpresivas apariciones del francés en ocasiones de la consumación carnal de las parejas de Esquel se habían convertido ya en una obsesión que perjudicaba el flujo libre de la sexualidad en estas tierras…”

Los pobladores de Esquel y alrededores habían tomado la costumbre de, previamente al acto sexual, asegurarse de espantar cualquier indicio de la presencia de Michel Foucault con frases alusivas a su notoria escasez de cabello. Ejemplos:

– “Si, mi vida, hagamos el amor, pero antes vamo a echar al Pelao”
– “Unamos nuestros cuerpos, pero antes vamo a echá al Pelao”
– “A esta orgía de tres le falta uno, igual arranquemos, pero antes vamo a echá al Pelao”

Es de este modo que esa conjunción de simples palabras van moldeándose en la referencia e identidad del francés a quien todos los esquelenses bautizarían en un tono un tanto afrancesado “Vamoaechá Unpelao”, con la subsiguiente conformación de una manera peculiar de referirse cada vez que alguien estaba en la antesala de la lujuria con una invitación honrando al francés y su exilio forzoso de los lugares donde se quería tener sexo.
Es por esto que, aunque si bien nuestros abuelos y padres lo usaban con asidua cotidianidad, no dejemos que nuestros hijos olviden que aquí mujeres y hombres que deseamos estar en paz, armonía, sin ningún fisgón que nos interrumpa para amarnos, sólo pronunciamos las palabras mágicas que abren del amor todas las puertas…entre otras cosas:

“Vamoaechá Unpelao”

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