«Origen del estornudo»

– Leyenda Patagónica –

A recent picture of a man sneezing as the hay fever season approaches. Thousands of sufferers around the country will once again be faced with high pollen counts and will be taking medication to treat the symptoms. * 04/02/03 The sounds heralding spring this year are more likely to be sneezing, coughing and nose-blowing, rather than the traditional cuckoos and bleating lambs. The warning comes from the Woodland Trust, which says that in response to global warming, many flowers including trees and grasses, are flowering earlier and for longer. The result is that pollen, which triggers hay fever, is released for longer periods. The latest findings are from the world s largest phenological recording survey. Phenology is the study of the timing of natural seasonal events. 14/11/2003: Admissions to hospital caused by serious allergic disorders have dramatically increased in the last decade, research revealed, Friday 14 November 2003. A study of hospital stays in England caused by four serious allergic conditions more than tripled in the space of 10 years.


En la localidad de José de San Martín (Chubut), a unos 100 Km de ese pueblo, existe una pequeña comunidad llamada Storn.
Los Stornudos, practican una vida muy ligada a la tierra y a las costumbres sintomáticas de los cuerpos. Desde temprana edad, los niños Stornudos son educados en la importancia de la acción de Stornudar (termino apropiado y tergiversado por la cultura occidental), como fenómeno de evolución espiritual en simetría con los lineamientos de las energías vitales del universo.
Los Maestros Ancianos de la comunidad Storn, sostienen que el stornudo es la evacuación natural de la mismísima alma de los pensamientos, tristezas, desengaños, que no encuentran respuesta en el interior de nuestros parámetros lógicos.
Esta expulsión de las inquietudes no resueltas son liberadas para que desarrollen una peregrinación solitaria por la estepa patagonica en busca de las respuestas que satisfagan su sed de autoconocimiento.
Una vez que el Stornudo, montado en ese viento que exhala nuestro cuerpo, encuentra su razón de ser, detiene su andar y cae en la tierra para luego convertirse en una planta de neneo. Y es a estos vegetales, en el entrevero de sus hojas espinosas, donde los iniciados Stornudos van a buscar las respuestas trascendentales de la Vida.
Esta noble leyenda o quizás una verdad no comprensible para nosotros, tiene un enemigo hostil y macabro:

“La secta del “Pañuelo”

Comandado por el nuevo Comandante “Oscar Elite de Papel”, que tienen como objetivo principal ocultar la verdadera función del Stornudo y crear la idea que hay que reprimir los Stornudos o, en el peor de los casos, obstruir mediante el uso de pañuelo de tela o papel el paso de las almas de nuestras penas, tristezas y desengaños a la libertad del autoconocimiento.
Por tal motivo, este lunes nos juntamos en el centro de José de San Martin a Stornudar hacia los cuatro puntos cardinales, con absoluta libertad, creando un mandala “Achis”, tan sólido y vigoroso que haga eco en todos los rincones del mundo y que no pueda ser reprimido por pañuelo alguno.

– Fin –

Calaverita Mateos (Esquel)
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“Patagonia”


Llora tierrita con piedra, río e infinito, lloran las espinas de tus neneos la angustia de la identidad que rasguña los bordes de la historia aferrándose al mapa que otros trazaron.
Llora tierrita con montaña, meseta y volcán, lloran tus coirones el grito desesperado de los sin voz por los oídos sin ojos para leer aquella tradición.
Llora tierrita con guanacos, choiques y manques, lloran rostros de lienzo con surcos arado por las estrellas sembrado peumas.
Llora, llora, llora hoy, tierrita de mi alma, tierrita de mi carne, lloran ellos que son nosotros llorando su llanto que es el llanto de la tierra toda, y desde ese manantial de pena brotará la savia con sabia de los que no están, pero están en los que están y estarán, estándonos siendo ser.

– Fin –

Calaverita Mateos (Esquel)
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“El misterio de la Virgen Guituda de Esquel”

(Leyenda patagónica)

En principio, me iba a sumar a la inmensa mayoría de vecinos de Esquel que olímpicamente disimulan, no sólo su presencia, sino el oneroso misterio que la rodea desde hace ya tiempo, pero hay temas que no podemos obviar por el resto de los tiempos como si nada sucediera.
Me refiero puntualmente a la estatua de la Virgen María que se encuentra dentro de la terminal de nuestra ciudad.
Cabe destacar la iniciativa y compromiso del Obispo Luterano Pluscuamperfecto, Agustin Gigli para invitarme a realizar un análisis de la efigie cristiana.
Pai Gigli, azorado por pesadillas nocturnas en la cuales la imagen de la Virgen de la Terminal irrumpía en sus sueños de manera imprevista dos o tres noches por semana siempre amenazando con la misma voz:

“Os hablo a ustedes, pecadores vagonetas
Dejais de tironear de mi mantita
Agarreis una pala o useis la croqueta
Si quereis de verdad ver guita”

Hace un año la gerente de la terminal Andrea Rowlands, encomendó al famoso Antropólogo y fabricante de caramelos Media Hora Marcelo Fosbery la difícil de tarea de coordinar un equipo de investigación integrado por el Arquelogo nacido en Fofocahuel Fede Ovidi, el Paleontologo proveniente de Gan Gan, Bruno Mendez y la Pediatra especialista en espuma de Fernét, Ruby Lopez. Ellos debían dilucidar el misterioso suceso paranormal que rodea al edificio donde ingresan y egresan los pasajeros de colectivos a Esquel.
¿Quiénes o qué ingresan los billetes a la envase de vidrio que cubre herméticamente a la “Virgen Guituda” y de qué modo ya que no existe ninguna ranura que posibilite dicha transacción pecuniaria?
La labor de este equipo de investigación tuvo solamente media noche de trabajo ya que promediando las dos de la madrugada, con toda la sofisticada infraestructura informática y audiovisual instalada para capturar el momento exacto, la luz en la terminal se cortó quedando todo a oscuras y la supuesta voz de la Virgen Guituda que decía con voz gutural:

“Ilusos sois mi querida manga de atorrantes
Queriendo adivinar el secreto del kiosquito de mamita
Porque no vais y filmáis los bancos privados
Que sin despeinarse la levantan en palita”

Rotunda negativa a seguir investigando y despavorida huida del novel equipo que se negó a continuar investigando aduciendo en la carta de renuncia firmada por la Psicóloga anarquista Gabina Ghiano que decía:

“…Dichas personas se ven imposibilitadas de proseguir con esta tarea de riesgo ya que se encuentran, científicamente hablando, bajo el síndrome del Julepe…”

Lamentablemente hasta la fecha no tenemos ninguna hipótesis concreta que revele el misterio de la Guituda, sólo leyendas, habladurías que no hacen más que alimentar el mito. Aunque a modo de acercamiento a una posibilidad podemos referirnos al libro “El Ómnibus no es un colectivo extraterrestre” del Historiador Marxista, Alejandro Sbil que en uno de sus párrafos referidos a la misteriosa Virgen Guituda dice:

“…Nadie jamás pudo observar a alguien introducir o retirar el dinero de la pecera divina, sin embargo los billetes y las monedas van cambiando día tras día, a veces con sumas importantes y en otras simples limosnas. Me atrevo a decir que nos encontramos ante la presencia de la cajera providencial que atiende el banco cristiano religioso de los cielos y que tiene su sucursal en la tierra precisamente en nuestro pueblo, puntualmente en la terminal de ómnibus de Esquel…”

– Fin –

Calaverita Mateos (Esquel)
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«Columpio parca»

(Leyenda patagónica)

En la Plaza del Barrio Estación, en Esquel, la sobriedad es ley. Los arboles custodian el paso del sol, de las horas y los amores clandestinos. Pocos juegos la habitan. Un sube y baja desteñido, una hamaca que chilla y chilla al compás del viento y el típico tobogán de hierro y madera.
Pero la Plaza tiene su misterio, tiene su historia. Al lado del viejo y gordo maitén, casi escondido detrás de las retamas, se encuentra el Columpio Gris (como lo llaman los vecinos).
Es el único objeto lúdico que los niños por respeto no utilizan. Todos honran el viejo juego que es a la vez sabio como las golondrinas y las cerezas. En cada ocasión que algún abuelito o alguien aquejado por enfermedad terminal monta el Columpio es que se aproximan las horas finales de la vida.
Muchos afirman que el Columpio es un delegado de la mismísima Muerte en Esquel. La semana pasada el Viejo y querido linyera del barrio se despertó temprano. Dormía siempre debajo del banco largo de la Plaza. Dio tres tímidas vueltas a la Plaza y caminó suave, pero firme, hacia el Columpio. Se sentó en la madera roída por los años y tomó las cadenas oxidadas que con hidalguía aun sostienen el misterio.
El Viejito comenzó a hamacarse lento, cerrando los ojos ante la caricia del viento en la frente al ir y en la nuca al volver. Cada vez más alto hasta que su figura bañada de antiguas ropas se confundió con las sombras de las nubes y los vuelos de las bandurrias primaverales. Al día siguiente el Columpio ya no estaba.
El Linyera tampoco. Mi primo, que vive en el barrio Buenos Aires, me llamó recién para decirme que sucedió algo extraño en el baldío de su barrio, al lado de su casa, un viejo con harapos está trabajando solo para instalar un antiguo Columpio en ese predio.
Según parece, la muerte tiene mil caras…y mil juegos.

Calaverita Mateos (Esquel)
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“El viaje de Amil”

(Leyenda Patagónica dedicada a Humberto Prane)

Sucedió en el valle de Lagmun, al sur de los sueños, allí donde el viento amaina su galope, persiste al paso del tiempo la aldea de los Sehcupam.
Las eras han cobijado ese pueblo sin esmerilar sus costumbres, la pesca de ilusiones en el lago de Los Misterios, la cosecha de melancolías fruto del árbol de los Recuerdos y la producción del licor de la dicha hecho a base de canciones de luciérnagas.
Una noche tranquila, mientras las lechuzas enseñaban filosofía en las copas de los árboles, la pequeña Amil, hija de las nobles hechiceras de Lagmun, guiada por las estrellas peregrinas que emigran todos los años a depositar los deseos de los hombres y mujeres que no olvidan el amor, en los anillos de Saturno, decidió que era la oportunidad para volar en su fiel libélula para recorrer las páginas del cosmos, leer sus secretos, estudiar los mensajes ocultos en el corazón de los cometas y mantener el brillo de la oscuridad infinita que embellece la luz de los planetas.
Los primeros días, los Sehcupam lloraron el viaje de Amil, pero tal lo presagiaba la leyenda escrita en la corteza del primer ciprés, la soledad que su vacío había dejado en las palabras y los anhelos de los aldeanos, corrió su velo para dar lugar a la revelación que salpicó, nuevamente, de sentido, felicidad e imaginación la vida del valle de Lagmun.
Esa noche, el lado visible de la luna volteó para iluminar su lomo, aquella siempre oscura espalda del satélite, para mostrar a los Sehcupam el sentido de su existencia.
Desde el cráter más grande, brotó un arroyo cristalino de las lágrimas que no fueron en vano cayendo en cascada de brincos y saltos, mientras el cosmos le hacía cosquillas en sus burbujas, transformándose en sonrisas de grosellas y llao llaos hasta depositar, en forma de nieve, sus gotas en las montañas contiguas al valle de Lagmun.
Los Sehcupam supieron, entonces, que el lago de Los Misterios tendría cardúmenes de secretos para pescar, riego para los arboles de los recuerdos y néctar para las canciones del licor de las luciérnagas, por los siglos de los siglos, gracias al viaje de Amil.

Calaverita Mateos​ (Esquel)
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«El beso de la Duquesa y el Sacerdote»

– Leyenda patagonica –

Si bien, los esquelenses somos respetuosos con las supercherías científicas y no nos andamos mofando de esas leyendas acerca de un tal Big Bang como nacimiento del universo y de su expansión, tampoco nos creemos la teoría de los Reyes Magos.
Pero cuesta hacerle entender a los turistas y vendedores de telas persas el verdadero origen del Universo y su mantenimiento.
No merece llamarse esquelense aquel que no conoce a Lialia, Duquesa de la Patagonia y Onirepep, Sacerdote orador de los distritos oníricos de los seres humanos.
Ella, tallada por las horas infinitas de las rocas arquitectas de los Altares, diariamente teje historias de ternura con los pétalos de las mutisias que cantan al viento.
El, dibujado por el pincel de la sutileza del felino que soñó Swedenborg, rasguña todas las noches el cielo oscuro para que los mortales no olvidemos la poesía de las estrellas.
Ambos, la Duquesa y el Sacerdote, cuando el Tiempo de arenas y agujas no había comenzado a girar ni caer, se besaron sin el permiso de las reglas metafísicas más conservadores e inventaron el Universo.
Tienen la fatigosa, pero honrosa tarea de custodiar la expansión del cosmos con su dinámica vitalidad.
Si usted no es fanático de las ciencias y sus fantasías, lo invito a acercarse cualquier tarde de sol a las confluencias de las calles San Martin y Volta, obviamente en Esquel, y arrimarse a hasta una de las esquinas donde habita orgulloso un colosal sauce. Tómese el tiempo de los bichos bolitas y siéntese a los pies del majestuoso árbol. agarre dos hojas, una seca y otras verde. cierre los ojos y frote sus parpados con ambas hojas.
Luego, paulatinamente levante los parpados y observe con los ojos entreabiertos el pico más alto del Cerro Veintiuno.
Exactamente a las 18:42 de la tarde, bañados por el sol, verá con sorpresa y emoción como la bella Duquesa Lialia y el Sacerdote Onirepep se funden en un beso tan perfecto, dulce y hermoso que el Universo recuerda su nacimiento y en virtud de ese amor se expande diez años luz mas por los confines de los confines.
Discúlpeme que interrumpa abruptamente este relato, son las 18 horas y me estoy yendo rápidamente a tomar mates abajo del Sauce y esperar las 18:42.
Me gustan los besos que nos dan sentido a nosotros y al Universo.

Calaverita Mateos (Esquel)
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«Roberto Müller»


Primera parte de la charla con Roberto Müller en la biblioteca personal de su casa sobre la historia de su vida, su llegada a la Patagonia y anécdotas como así también la creación de la tradicional Casa de Esquel.
Realizada junto a Andrés Campos para www.calaveralma.com.ar – Noticias de Esquel – Página Oficial y Radio Nacional Esquel.

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«Casa de Esquel»

– Dedicado a Roberto Müller y su histórico local –

Te vas yendo, nomás, amarilla nostalgia, como se van las páginas de esos libros que nos observaban tímidos desde tus adentros, si hasta las heladas parecen más frías en esa céntrica vereda.
En un remolino de recuerdo e identidades se enredan los mates con los cueros, los lazos trenzados enlazan aromas de dulces y chocolates con sabor a patagonia, las lanas bravías cruzando la labor de artesanas que abrigaron a nuestros abuelos y cobijarán nuestros recuerdos, y los vidrios que siempre ejercieron el oficio de las pupilas culturales de un rincón del mundo tratando de contarle al de afuera y al de adentro esas cosas nuestras.
Te vas yendo, nomás, si me habré detenido miles de veces ante vos, como llamado por un silbido silencioso que me convidaba a ir y venir una y otra vez entre la vereda y la galería como aquel chiquilín de bachín que, hasta me animo a jurar que sus objetos a la venta (por así decirlo) se movían con vida propia cual Toy Story criollo cuando uno descuidaba la vista.
Aunque suene a tristeza, sólo será añoranza, en el futuro cuando les diga a mis nietos al pasar cerca de la esquina de 25 y Ameghino «No hay como negocio aquel, querida Casa de Esquel».

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“Borges olvidó el Aleph en la Española»

– Leyenda patagónica – (Dedicado a René Galindez)

No es mi intención ahondar sobre el Aleph de Borges ni explicarlo tampoco ya que es bastante conocido entre los que gustan de las ciencias y la literatura el cuento del escritor argentino sobre un punto ubicado en un lugar estratégico del sótano de una cosa que, al ser mirado desde una determinada posición, uno puede ver el pasado, presente y futuro de todas las cosas vivas y aquellas que no, los pensamientos de todos los seres que habitaron, habitan y habitarán, es decir el Aleph contiene al universo mismo.
Lo curioso aquí es un dato nuevo que arroja mística al mito de Borges y nos lleva a pensar que el Aleph no sólo fue un maravilloso cuento, sino la verdad misma y el mismo estaría en nuestro pueblo, más precisamente en el club de la Española.
Así lo expresa un párrafo en la primera edición el libro del Licenciado en filosofía, Ricardo Tomas Cismondi “El whisky es de flojos, yo banco al fernet”, que en el capítulo once llamado «No me jodan, el viernes morfo lo que cocina el Gordo Silva», dice lo siguiente:

“…lo juro por el cura, Ricardo Carbonell, esa tarde yo llegaba a la Española más temprano que lo de costumbre, estaba cerrado, pero me sorprendió ver que desde una de las ventanas de la cancha de tenis salía con mucho esfuerzo un viejito vestido formalmente que se parecía a Jorge Luis Borges, y cuando quise acercarme a corroborarlo el anciano tanteando a ciegas la manija de un auto negro, vidrios oscuros, al cual se subió en el asiento trasero y salió rápidamente por la calle Mitre hasta la Ameghino y desde ahí en dirección a la salida de Esquel…”
Tanto en las peñas folclóricas como en las clases de Biología de la escuela Normal, Daniel Martinez y Andrés Osvaldo Maya, respectivamente, comentaban la leyenda que Borges había estado en Esquel, más precisamente en la Española. Algunos le adjudicaban al Viejito Ortiz el conocimiento de aquella misteriosa visita a Esquel a la cual le agregó (según se conocen rumores), un condimento más picante diciendo que Borges vino a esconder el verdadero Aleph a la Patagonia y que se encontraría dentro del trinquete Hipólito Galán de la Española y que sólo podía ser visto si uno marcaba una reja (tanto particular de este deporte) y lo observaba desde un punto determinado de la cancha. Es mas, en un partido de truco que jugaban en bufet del club, Mauricio Molina, Facundo Demian Gómez, Felix Baliente y Caviglia Guille, se deslizó una anécdota grabada por el Periodista, Andrés Campos, que podría certificar la sapiencia del viejto Ortiz quien aparentemente habría trasladado ese conocimiento a su hijo, Omar Ortiz. Fue en un partido entre Alejandro Arjona, Jorge Enrique Saadi, Pilo Jenkins y Jonás Merino donde este último pegó un paletazo muy fuerte que dio en la pared derecha, luego en el frontón, piso y casi en la reja escuchándose un grito del árbitro, Omar Ortiz:

“…uy, boló!!…casi hacés mierda el Aleph…”

Cosa que pasó desapercibida en aquel momento, pero que quedó sobrevolando las mentes inquietas como un hecho que deambulaba entre la fantasía y la realidad.
Pero hace unos días ocurrió lo que alguna vez debía ocurrir. Dos jugadores confesaron haber visto el Aleph en la mismísima pelotita de pelota a paleta en un campeonato oficial del club. Una foto tomada por los hermanos Ryan y Axel Lloyd da cuenta de ello.
El juez del encuentro era Ricardo de Oro, los equipos que se enfrentaban estaban conformados por los contrincantes Randal Nicolas Williams / René Galindez versus Gustavo Gustavo Fernando Mateos / Calaverita Mateos.
Promediando el encuentro de los pelotaris, desplegando su juego zen, René pega un paletazo con módica fuerza, pero eficaz dirección, dando la famosa calesita que va desde la pared derecha, pegando arriba de la franja de chapa naranja hacia la reja que divide el trinquete de los espectadores. Calaverita realizó un esfuerzo titánico para alcanzar a detener la reja (el tanto), pero fue en vano ya que en el trayecto lo pasó a llevar a a René estrolándose ambos contra el suelo cerca del frontón, pero al mirar desde el suelo hacia el sitio donde está el público quedaron inmóviles y con los rostros desencajados sin quitar la vista de la reja ni levantarse del suelo y desoyendo los gritos de los jugadores, arbitro y espectadores ansiosos para continuar el desafío que nunca concluyó, ya que tanto René como Calaverita fueron lentamente hasta la reja, como hipnotizados, tomaron la pelotita que había quedado curiosamente atrapada entre dos fierritos de la reja, la quitaron de ahí y se trasladaron cual zombies (sin quitarle la mirada a la pelotita), entre puteadas generalizadas, hacia afuera de la cancha hasta sentarse ambos frente a frente a la esfera de goma con cara de haber visto al mismísimo dios. Se quedaron así hasta la medianoche sin esgrimir palabra alguna hasta que Pablo Garayo dijo llamen a una ambulancia, Tato Jenkins recordó la historia de Omar Ortiz y la relacionó con este difícil momento y Roberto Daniel Colinecul selló aquella noche misteriosa con una frase que es la que quedó en la historia oficial del club y del pueblo, pero que quizás oculte un hecho que develaría la incógnita de la visita de Borges y la existencia empírica del Aleph. Dijo el Dodtor Colinecul:

“Dejenló a esos loco e mierda si le patinan los discos de freno a los concha su pico”

Calaverita Mateos (Esquel)
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“La calle de los besos perdidos”


Lamentablemente, o no, quienes vivimos en Esquel no estamos autorizados a develar el nombre de la calle por razones de protección del patrimonio mágico de nuestro pueblo.
Se trata de una cuadra, sólo una cuadra entre las treinta que componen la calle citada que es de las más antiguas de por aquí. En ese tramo suceden los acontecimientos.
Quienes caminan esos cien metros por la vereda en sentido ascendente respecto de la numeración y aprovechan a besar ahí a sus novias, sellan para siempre su amor. En cambio, quienes bajan por la vereda e compañía de sus prometidas son abofeteados y abandonados sin explicación.
Loa enamorados que transitan por las veredas, uno por cada una, arrojándose besos paloma en señal de ternura, mantienen una relación estable, pero sin tanto compromiso, incluso algunos de ellos ocupan posiciones jerárquicas en el club swinger de la ciudad.
Algunos osados, tal vez valientes o quizás descuidados, cruzan esta cuadra por la mitad de la misma, es así que no sólo gambetean autos, sino que están destinados a andar siempre de trampas y en riesgo de ser abandonados por sus esposas.
Cabe destacar que los milagros operados en esta sección de las calles de Esquel suelen modificar e incluso invertir sus propiedades mágicas cuando la región se ve sacuduida por temblores hijos de fallas de las capas tectónicas, por ende no hay un registro formal que permita identificar fehacientemente en que dirección hay que transitar para obtener resultados amatorios deseados.
Antes de ayer, el investigador científico Dimitrio Eggman (El galenso como se lo conoce), osó desafiar la leyenda de la Calle de los besos perdidos y munido de su escepticismo prepotente se dedicó a ir y venir, atravesar la calle una y otra vez por mitad de cuadra e incluso caminar ambas veredas hacia atrás durante toda un día para desmontar el mito pueblerino.
El galenso Dimitrio está internado en el hospital a salvo, con lesiones graves producto de una golpiza propinada por una horda de mujeres de diversas edades reclamando su amor en algunos casos y enmendándole infidelidades varias en otros.

Calaverita Mateos (Esquel)
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