En los días de sol, cuando llueven gotas de las tristezas que los gorriones no pudieron cantarle a los cipreses, una oruga muy formal y discreta, vestida de frac y galera, viene a visitarme por la comisura izquierda de mi boca.
Me susurra tangos de colores compuestos por Troilo y Joey Ramone debajo de la cascada del Futalaufquen, mientras toca en un trombón las melodías que tejen, veintitrés sonrisas, en los rostros de los niños que fui en la plaza del barrio donde mi Abuelo hizo su primer gol.
Calaverita Mateos (Esquel)
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