Niño caprichoso,
sensible,
con roña en la rodilla
y el bolsillo roto
por donde se escapaban
las melodías de volcán,
Niño peinado con los rayos del sol
que supo ladrar
la Bronca
de los que no tenían voz,
Niño alboroto con una lágrima detrás de una risa
le abrió las puertas del cielo
al Trueno
por donde su poesía andaba gruñendo rabias nuestras.
Calaverita Mateos (Esquel)
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