Luego de varios días de patagonico viento bravo, emergen dos sensaciones claras. El afloje de la tensión corporal luego de resistir al destierro violento del alma en un soplido; como así también, la leve, pero contundente duda que anda en un pequeño espacio vacío del interior, demostrando que un pedacito nuestro nos fue arrancado de cuajo por el viento y llevado hacia destinos que nunca llegaremos a conocer.
Sombrita de una angustia.
Calaverita Mateos (Esquel)
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