Hoy, en mi Pueblo, no paran de llover paraguas.
Mientras van o regresan del trabajo, todos abren sus grandes gotas de agua para no secarse los sombreros las almas.
Siempre hay que guardar un charquito en el corazón, sobre todo para los días que los paraguas caen, caen, caen y quieren alejarnos del agüita que salva.
Calaverita Mateos (Esquel)
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