«LAS RAYAS, UN SUEÑO…»

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Hay dos luciérnagas vestidas con nubes y azúcar en cada una de las pupilas de un Tigre imaginado por un niño budista, que duerme en el costado transparente del sueño de un sueño que ya murió.
Ninguna de las dos luciérnagas sospecha que las pienso y, al escribir sobre ellas, el Tigre despierta y en ese volver a palpitar vigilia, la Cruz del Sur señala un punto en el cosmos.
Es el ojo de una estrella que, entre parpadeo y parpadeo, imagina las rayas del Tigre iluminadas por las luciérnagas que vuelan desde la boca del niño budista hasta descansar en una hoja seca que desciende por el hilo de agua turbia al costado de un cordón de vereda en Trevelin.

Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar

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