(La transformación del mundo en tiempos de pandemia)

La vida, como en todo las comunidades del mundo, se está transformando en Esquel. En las orillas de la ciudad comenzaron a observarse algunos intrépidos zorros, audaces piches y hasta algún cogote de guanaco estira sus curiosidades para observar nuevas y apetitosas hierbas urbanas como alimentos. Las osadas liebres andan gambeteando perros en los jardines de las casas, los chimangos, caranchos y otras rapaces, amenazan desde las alturas de los árboles de las calles a las mascotas, y el cóndor que mañana tras mañana navegaba su esplendor entre el Nahuelpan y La Hoya, por estos días se hace el cogotudo desde la cima del edificio de tribunales.
Mientras tanto, la humanidad volvió a sus cuevas, alumbrados por la hipnótica luz de la televisión, la computadora, el celular, cual parábola de Platón.
Como la novela de Pierre Boulle, inmortalizada en la pantalla grande por Franklin J. Schaffner, percibo en algunos animales silvestres, leves indicios de algún tipo de inteligencia, ciertas formas de agrupamientos desconocidos por la biología hasta hoy.
Escribo esto en la pantalla de mi celular, metido en la caverna con mi familia, la perra ladra hacia afuera, como si alguna criatura la observara agazapada desde los arbustos.
A veces, la realidad imita al Arte.
– Fin –
Calaverita Mateos (Esquel)
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