Quiero que mi mirada se monte a lomo de la pestaña más inquieta, se sacuda las torpezas de las piedras que me tropezaron y salga a volar desnuda, sensual, hasta el cordón de la vereda del horizonte.
Cuando llegue la pestaña de mi mirada al destino, entonces descansará, y desde allá sabrá al confesarme, si ser espada de los parpados de un poeta, al fin y al cabo, vale la pena.
Fotografia de Daniel Carmona.
Calaverita Mateos (Esquel)
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