Por la cerradura de la puerta de los sueños que no recordamos al despertarnos, se filtran las migas de las palabras que se atragantaron en el buche de las vergüenzas, de los infinitos sueños que nos sueñan, soñando.
Por eso, querido compañero, si de tus pupilas emergen canguros de melón y chocolate. Si de tus comisuras emigran leones de algodón que rugen melodías de Mozart, no temas ni medio segundo.
La virtud de los Duendes que no somos y somos, al mismo tiempo, por suerte, aun subsiste.
Calaverita Mateos (Esquel)
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