Un día como hoy, pero de 1899, nacía en Buenos Aires Jorge, Francisco Isidoro Luis Borges. Conocido sólo como Jorge Luis Borges.
Desde aquella fecha en adelante, las lenguas clásicas olvidadas, las lenguas vivas, pero condenadas a la petrificación, encontraron la mano de quien las llevaría a jugar al laberíntico e infinito jardín de las simbologías.
Ojalá, algún día, los padres y profesores logren zambullir a sus hijos y alumnos en el río inagotable de la lectura de Borges; pero no desde esa mirada dura, estática, barroca, que se pretende mostrar, sino de un hombre que (con sus errores y contradicciones), nos regaló las bibliotecas del mundo con el tiempo sin tiempo, el humor que perdura y la posibilidad de saber que cada uno de nosotros podemos ser artesanos de las letras, de las palabras.
Siempre, pero siempre y cada día mas, pienso y siento que lo más maravilloso de la vida que me tocó conocer, artísticamente hablando, es sin duda alguna, este niño con embalaje de viejito.
Gracias, querido Borges, por ser (aunque muchos intenten obviarlo), mi primer maestro en el arte del humor.
Gracias, querido Borges, por enseñarme que jugar con los símbolos y el universo, es un derecho de todos, absolutamente de todos y no de una élite de catedráticos con cara de ojete.
Gracias, querido Borges, por multiplicarte todos los días un poco mas y brindarme, cada vez que salto al interior de tus páginas, la misma sensación que sintió el chico aquel de la película «La Historia sin fin» cuando comienza a leer el recordado libro grande del film.
La vida es mucho más bella con tus libros.
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar