Comprendo que es saludable para el turista tener señalizados muchos de los puntos y destinos al que llega, para facilitar su desplazamiento. Pero lo que me sucedió en el Parque sobrepasa toda lógica.
En el preciso instante que quise mirar hacia donde se encontraba el Lago, se acercó un guardaparque y, a mi lado, asestó un certero golpe en el piso con un palo y un cartel que decía «MIRADOR», señalándome a mi.
Obvio, fui el centro de atención y preguntas acerca de mi oficio «miraderil», por parte de turistas de todo el mundo.
Espero no me encuentre este guardaparque haciendo mis necesidades.
Calaverita Mateos (Esquel)
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