(El círculo vicioso del neoliberalismo)

Las lomas abrazan al pueblo, mientras las lenguas de humo que hablan a través de las chimeneas, llevan en sus fantasmas de madera y carbón las alegrías, frustraciones y sueños de las familias que Marvel olvidó incorporar a su gringo equipo de héroes.Un rancho de madera y chapas, camuflado entre la tierra y los pinos, olor a capón y torta frita recalentada perfuman el vecindario de obreros y changarines en un domingo de sol que calienta más a unos que a otros.En otros hogares con más suerte, las redes sociales, ese territorio que universaliza a muchos y expulsa a tantos otros, escupe desde su encandilante y verborragica pantalla una frase digna de la ilustración del siglo XVIII:
«Voto fácil y barato de un electorado pobre porque es un electorado ignorante»
Épica reflexión que, simplemente intuyo, es cuero del adn de otros vecinos y vecinas de mi querido pueblo, con quienes compartimos deportes, almacenes, familiaridades, vecindades y, que en su gran mayoría, hay nobleza e historia de bien, quizás no han podido acceder a otros modos de construcción de sentidos o, también, van moldeando sus pupilas por las fábricas de sentido común que la historia oficial talla y reproduce a través de sus dispositivos educativos y comunicacionales.Si me permiten, tomaré con prudencia ese pensar y lo llevaré de las narices hasta el laboratorio de los ensayos, en un domingo con mate medio lavado e insolvencia filosófica, para aplicarlo a un ensayo que ratifique o rectifique la expresión ilustrada ante mencionada.Imaginemos, entonces, quien no es pobre dirigió y dirige su voto hacia candidatos más facultados para generar mayor estado de bienestar, por lo tanto esa expresión democrática irá hacia quienes comparten ese territorio político y cultural supuestamente más sofisticado, de modo tal que, por ejemplo, se verían reflejados en opciones fuera de los elementos «populistas», allí podríamos ir a la historia de décadas reciente.Esas iluminadas matrices políticas que llegaron al poder gracias a un electorado «no pobre» lograron algo fantástico en cada ocasión que fueron y son gobierno, destrucción de los aparatos productivos nacionales, provinciales y regionales, dejaron a la deriva millones de mujeres y hombres con sus respectivas familias, quebrando sus proyectos de vida, comprometiendo el futuro de sus hijos y nietos. Además, como si eso no fuese tan maravillosamente innovador y destacable, endeudaron sistemáticamente al país, fugando divisas a paraísos fiscales, vaciando las arcas del estado y desmoronando el tejido productivo privado, salvo los mismos sectores concentrados históricos que, oh casualidad, siempre salen indemnes y, nuevamente oh casualidad, están íntimamente relacionados a esos poderes verdaderamente reales que se encuentran siempre, o casi siempre, atrás de los hilos de los títeres. Curiosamente y como un ciclo continuo, regresan los gobiernos «populistas» a través de, entre otros, los «votos ignorantes de los pobres», para comenzar a colocar ladrillo por ladrillo la casa derribada de la nación, aceitar los engranajes de la actividad productiva privada y poner en marcha las políticas públicas necesarias para, más o menos, equilibrar o intentar equilibrar la balanza un poquito por lo menos en favor de los más vulnerables quienes, al incluirse en el sistema a lomo de educación, salud, techo y trabajo, comienzan a hacer rodar la demanda y oferta como motor de la economía y producir la movilidad social que podríamos llamar el «mal de los poderes reales» ya que esos pobres ignorantes de voto barato comienzan a comer en los mismos boliches, usan las mismas altas llantas que los señores rubios, de ojos rubios de dientes rubios y pensamientos rubios, van a las mismas escuelas y emprenden nuevos proyectos productivos privados, familiares, colectivos que desatan los nudos de la pobreza y generan mayores puestos de trabajo.Sumemos a estos datos, si me permite, los agregados de valor a las materias primas que siempre son de los históricos propietarios de la tierra y la renta, que logran, entre otras cosas y de la mano de la educación, la investigación y la ciencia pública, cambiar la matriz productiva y pasar de exportar sólo limones a limones y satélites y vender, por ejemplo, datos que sirven a empresas extranjeras y gobiernos de otros países, honrando y poniendo en valor la educación, el esfuerzo, el estudio y la solidaridad como vínculos sociales inseparables para el desarrollo sostenible de una nación. Disculpe, se me pasan lo chorizos y usted ya está cansado de leer, sólo lo invito, la invito a repensar ciertos lugares comunes que solo los repetimos y los escuchamos como frases inoportunas o fuera de lugar, hurgue entre esa palabras que nos moldean, nos generan sentidos y articulan sociedades, por ahí quien dice, en una de esas, nos libramos del circulo vicioso de caída y levantada de nuestro país, interpelando a los espacios políticos, absolutamente a todos los espacios políticos, resignificando el sentido de la política y poniéndola al servicio del desarrollo de los derechos humanos intrínsecamente ligados al sector productivo con conciencia social, elaborando un camino sustentable para todas, todos y todes.Antes de irme, ya que tengo el pan partido al medio para meterle el zochori, juguemos al menos hoy que en lugar de estigmatizar al oprimido con frases como «voto pobre y barato», podemos imaginar que ese voto pobre es pobre el «voto» propiamente dicho en cuanto a su desprendimiento del dinero como directriz o direccionamiento de elección y no como pobre en el sentido del humano y sus posibilidades de recursos económicos. Algo así como el voto pobre de dinero, rico en necesidades y demandas e interpelaciones; librando a los más vulnerables de la pesada carga de estigmatización histórica y colocando ese peso sobre quienes realmente y en función de sus responsabilidades son usinas, fabricas de sociedades empobrecidas y, que además, se dan el lujo de calificar a los excluidos. Entonces, antes de meter el primer mordiscón a este choripán, lo invito a reflexionar en la siesta…¿Es realmente el voto de los pobres el problema de la desigualdad en la Argentina o hay una fuerza, en las sombras, a veces visible, que nos confunde y enfrenta?