“El viaje de Amil”

(Leyenda Patagónica dedicada a Humberto Prane)

Sucedió en el valle de Lagmun, al sur de los sueños, allí donde el viento amaina su galope, persiste al paso del tiempo la aldea de los Sehcupam.
Las eras han cobijado ese pueblo sin esmerilar sus costumbres, la pesca de ilusiones en el lago de Los Misterios, la cosecha de melancolías fruto del árbol de los Recuerdos y la producción del licor de la dicha hecho a base de canciones de luciérnagas.
Una noche tranquila, mientras las lechuzas enseñaban filosofía en las copas de los árboles, la pequeña Amil, hija de las nobles hechiceras de Lagmun, guiada por las estrellas peregrinas que emigran todos los años a depositar los deseos de los hombres y mujeres que no olvidan el amor, en los anillos de Saturno, decidió que era la oportunidad para volar en su fiel libélula para recorrer las páginas del cosmos, leer sus secretos, estudiar los mensajes ocultos en el corazón de los cometas y mantener el brillo de la oscuridad infinita que embellece la luz de los planetas.
Los primeros días, los Sehcupam lloraron el viaje de Amil, pero tal lo presagiaba la leyenda escrita en la corteza del primer ciprés, la soledad que su vacío había dejado en las palabras y los anhelos de los aldeanos, corrió su velo para dar lugar a la revelación que salpicó, nuevamente, de sentido, felicidad e imaginación la vida del valle de Lagmun.
Esa noche, el lado visible de la luna volteó para iluminar su lomo, aquella siempre oscura espalda del satélite, para mostrar a los Sehcupam el sentido de su existencia.
Desde el cráter más grande, brotó un arroyo cristalino de las lágrimas que no fueron en vano cayendo en cascada de brincos y saltos, mientras el cosmos le hacía cosquillas en sus burbujas, transformándose en sonrisas de grosellas y llao llaos hasta depositar, en forma de nieve, sus gotas en las montañas contiguas al valle de Lagmun.
Los Sehcupam supieron, entonces, que el lago de Los Misterios tendría cardúmenes de secretos para pescar, riego para los arboles de los recuerdos y néctar para las canciones del licor de las luciérnagas, por los siglos de los siglos, gracias al viaje de Amil.

Calaverita Mateos​ (Esquel)
www.calaveralma.com.ar

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