
Recién regreso de alpargatear el pasto del jardín, mientras una mezcla justa entre rocío y amague de helada para de pechito los rayos del sol.
Un chimango pestañea con fiaca desde arriba de la araucaria, esperando el descuido de algún roedor.
Ahora, dentro de casa, el silencio se ve interrumpido por una tímida radio que marida con un mate amargo.
Dicen que el núcleo de la tierra se detuvo y hay inquietud en el mundo científico sobre el impacto de este acontecimiento sobre la vida en el planeta.
Me cebo otro mate, parece un pequeño planeta, lo acaricio, bebo su lava verdosa, miro hacia afuera y el chimango levanta vuelo.