Si bien, alguna de estas insolventes ideas que verteré por estos lares ya fueron engendradas antes por otras plumas más competentes, como los Negros Dolina y Fontanarrosa, no quiero abordar este tema desde los engranajes de la intelectualidad, sino desde la experiencia de haber destinado mucho tiempo de esta vida a los potreros, esquinas de barrios, lindas canchas y pasillos de escuela con una tapita de gaseosa.
Suele hablarse del fútbol como si se hablara de un juego simple, sencillo comparable con cualquier otro deporte que empapa la vida de los hombres.
Disiento con fervor sobre esta apreciación.
Sospecho que esta sentencia está fabricada en usinas alejadas de la pelota y se basan, principalmente, en la observación fugaz de la actividad que, a golpe de vista, sólo nos ofrece como materia prima un grupo de individuos divididos en dos equipos dentro de un pedazo de tierra con una pelota de fútbol.
Pero permítanme, si no le aburren estas peloterias y tontudeces, arrimarle algunas relojeadas con algunos aromas del pensar que me animo a compartir y que tal vez (ojalá), cuando usted vea un niño descalzo pateando una vieja pelota pulpo en un perdido pueblo de su país o bien vea un mundial de fútbol que detiene el tic tac del reloj vital de los seres humanos, comprenda que en ese juego sagrado se plasman en realidad las complejidades existenciales de los seres humanos, casi como un reflejo de los dioses griegos elaborando mitologías para pensar y pensarse como sujetos en comunidad.
Solo escúcheme un segundo con atención, esto es el fútbol, señora, mientras se acomoda los ruleros y baldea las tristezas de sus veredas.
En un rectángulo horizontal, marcado sobre la tierra con blanca solemnidad, se determina el territorio donde se desarrollará la puja de intereses.
Dicho rectángulo se divide a la mitad en dos partes equitativas al igual que la cantidad de participantes de ambos lados del mismo, y cada uno de los dos campos que quedan demarcados pertenecen uno a cada equipo.
Imagine ahora uno de los equipos no sólo como un amontonamiento de jugadores, sino como una sociedad organizada de acuerdo a esquemas propios de esa comunidad, con sus propias jerarquías, funciones, miserias y virtudes, que deben intentar funcionar con la mayor estabilidad posible armonizando las características individuales en pos del conjunto.
Pues bien, semejante dificultad no termina ahí, sino que esta sociedad organizada entra en conflicto también con otra sociedad que posee en su seno las dificultades que su oponente, pero con sujetos y esquemas diferentes pensados y engranados de acuerdo a la mirada e identidad de ese grupo en particular.
El problema se acrecienta escandalosamente cuando nos damos cuenta que, además de esa complicada interacción de los dos equipos, estas sociedades con conflictos internos entran, también, en conflicto externos entre ellas disputando un objeto esférico al cual se le suma una perversión leguleya. Ese objeto llamado pelota no puede ser tomado con las manos so pena de sanción.
Si usted piensa que aquí termina este metafísico problema, aun no hemos pasado a lo mejor.
La posesión de la pelota de fútbol por parte de una de las comunidades debe ser llevada hasta el territorio adversario donde estos estarán esperando adivinar las estrategias oponentes y ejerciendo las fuerzas e inteligencias necesarias para entrar en posesión del balón y trasladarla de esa manera hasta el territorio de en frente para conseguir el mismo objetivo del enemigo.
Hablamos de la épica tarea de introducir la esférica al interior de un habitáculo demarcado por dos postes y un travesaño custodiado por uno de los habitantes de la sociedad que posee un permiso legal, dentro de la delimitación otorgada a su función, para tomar el objeto en controversia con las manos.
Dejaremos en esta ocasión, para no aburrirla señora, los problemas de índole jurídico debatibles con respecto al trabajo jurídico de los árbitros, como así también a los factores psicoanalíticos, sociológicos y políticos que visten a los jugadores y al conjunto de los mismos en relación de dependencia social al grupo que pertenece.
Bueno, disculpe esta molestia, pero quería aportar algunas cositas acerca de este juego, para no dejar su descripción en manos de impíos individuos que nunca se atrevieron o, tal vez, no pudieron, comprender que en ese pedazo de cuero es una metáfora de nuestro planeta y el desarrollo del mismo representa una serie de engranajes que intenta generar una abstracción para pensar la sociedad, las sociedades y los ejes que en ellas entraman las relaciones, tales como la equidad, el poder, la justicia, la solidaridad, las traiciones, el amor, el valor, etc.
Mientras me coloco un pantalón corto arriba del largo, moda que implementamos hace un tiempo aquí en Esquel y que, sospecho, jamás llegó al conocimiento de los altos estilistas ni de las marcas deportivas afamadas, le agradezco la atención al tanto me voy a la esquina de mi barrio a jugar un picadito con los muchachos y muchachas de la cuadra.
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar