Una vez por año, casi siempre los sábados pelirrojos, la Luna se toma un merecido descanso.
Entonces, se sienta en una silla que era de la abuelita de Saturno, bebe café con leche de la Vía Láctea con galletitas fugaces.
Por la sábana oscura del cosmos, la Luna observa por un agujerito claro, como se forma despacito la Luna llena.
El descanso de la Luna es merecido.
Calaverita Mateos (Esquel)
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