La meseta patagónica, especialmente la zona de Piedra Parada, Paso del Sapo, tan conocido antiguamente como El Rincón de los Leones, es mi lugar en el mundo. Ahí, creo (o aseguro), se encuentran las energías que entran en sincro casi perfecta con quien soy. Una y otra vez, viaje tras viaje algo nuevo encuentro (o me encuentra), invitándome a saber que algún día podré vivir parte de mi vida por aquellos lugares.
Este fin de semana pasado no fue la excepción, gracias a la casualidad o causalidad de la vida y de la mano de Isabel Baudino, Glade Baudino y Daniela Della Bruna, a la hermosa e inteligente Doña Coca San Martín en estancia Don Ramón, entre Piedra Parada y Paso del Sapo.
Si, existe la magia, es posible creer que el paso de los años erosiona la tierra y al mismo tiempo fabrica los surcos de la memoria en la piel de una mujer extraordinaria, que nacida en el mismísimo lugar donde vive en la actualidad a sus casi 80 años, sigue manteniendo vivo un pequeño (por el espacio), pero inmenso museo arqueológico, paleontológico donde conviven, también, la historia de los originarios y los inmigrantes cuidados tan celosa y sutilmente, que al ingresar en el cuarto donde habitan los objetos, uno cree que en cualquier momento el pasado entrará por la puerta a contarnos la historia en forma de viento patagónico.
El éxtasis del conocimiento no aminora su fuego ahí, sino que Doña Coca nos llevó a conocer su pedazo de tierra (para mi una galaxia), en donde uno puede toparse con Choikes caminando al lado de uno, entre gallinas, gatos, tomates exquisitos de rojo furioso al lado de sandías, melones, zapallitos comunes, enormes y unos con forma de ovni sacados de un cuento de fantasía. Molinos, aljibes, viejos cacharros donde florecen exóticas flores que acompañan, junto a infinidad de plantas diversas, el camino hasta por ejemplo, un tanque australiano con peces de colores como la de los jardines japoneses, si, como leyó, vi a Doña Coca San Martin subir una escalera con absoluta agilidad hasta llegar arriba y darles de su mano de comer a los peces mágicos.
Esto es sólo una parte de aquel fantástico lugar de nuestra querida, amada y mística meseta patagónica. No dejen de pasar si andan por allí, la vida puede tener un antes y un después respecto a la perspectiva de aquella geografía. Sea respetuoso del lugar, de la historia, y sepa que si uno se lo permite, los cuentos de hadas están en las páginas del libro de nuestras vidas, sólo hay que animarse a meterse entre sus hojas y leer el alma, por ejemplo, de Doña Coca San Martin.
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar
Hablando de Doña Coca a mis hijos, encuentro tu mágica nota ! Que descripción la tuya me hizo transportar hasta ahí su bello y cuidado lugar ! Gracias ! Ganas de verlos en Esteparia! Abrazo ! Ana