Los domingos a a mañana, en Esquel, son singularmente lindos, sobre todo en la plazita de la Esquina del Sol.
Allí, entre la mata de retama que no mata y el viejo maitén sin dientes, resiste un viejo banquito de plaza. Es de madera y hierros de un viejo vagón de Trochita.
Quienes se sientan allí y bajan los parpados suavemente, pero dejándolos entreabiertos, tienen permiso para ver la escalera de los Duendes del Calafate.
Por dicha escalera trepan las pupilas y las lágrimas. Esas que quieren descansar de llorar.
Al descender de la mágica escalera, las pupilas regresan con sueños de viento y distancias. Las lágrimas, húmedas y coquetas, bajan para regar las raíces de la mata de retama que no mata y el maitén sin dientes.
Que bonitos son los domingos a la mañana en Esquel.
Calaverita Mateos (Esquel)
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