Puntualmente, como acatando una orden sin orden de la vida, todas las mañanas el rocío se posa sobre los rojos planetitas del patio de casa, las acaricia, las lava, juega a fabricar diminutos arco iris con la ayuda del sol, luego salta de la panza de las cerezas para hundirse en la tierra que alimenta los frutos.
El rocío, el sol, la tierra, tanto trabajo y tan poco agradecimiento emana de nuestras bocas ante tamaño placer terrenal.
Calaverita Mateos (Esquel)
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