Un día de hoy, pero de 1984, moría Julio Cortázar. Y así la rayuela chiflada comenzaría a desplegarse hacia los cuatro vientos, mientras la trompeta de Armstrong lo saludaría desde una jazzera estrella.
Gracias, Julio…además de las letras, por haberme enseñado a comprender el boxeo.
Calaverita Mateos (Esquel)
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