(Astronautas de la vida)

Que sepa el mundo, de una vez por todas, especialmente los gringos, que los primeros en pisar la luna fueron los argentinos, más precisamente unos pequeños astronautas de Esquel, rincón de la Patagonia.
Trajes extraños para la época, casaca roja como el planeta Marte, pantalones blancos cual vía láctea de tantas meriendas con leche ordeñada por el tambero del pueblo; los zapatos espaciales eran zapatillas llenas de tierra de la galaxia Potrero del Barrio y las medias con buracos de tanto engancharse en el cosmos Baldío de Al Lado, los cascos lo constituían un remolino de pelos e ideas despeinadas en el centro de entrenamiento espacial La Esquina de la Cuadra.
La nave que nos llevaba a la conquista de la Luna, todos los fines de semana, se llamaba Club Atlético Gral. San Martin y entre muchos experimentados viejos sabios astronautas, nos entrenaban para explorar el universo, el Capitán Chula Campos y el Comandante Pedro Diez.
De ese modo, entre risas y esfuerzo, entre travesuras y complicidad, luego de embarrar nuestras narices, masticar pasto, piedra y nieve, sea verano o invierno, una vez que los exploradores estaban en condiciones, llegaba el día esperado y ahí, entre muchos otros pequeños astronautas, Claudio Campos, Fernando Viton, Muñoz, Manuel Seitune, Pancho Serantes y Calaverita, caminábamos hasta el centro de nuestro universo, el medio de la cancha, observábamos a los astronautas del otro lado de la línea media, entonces nos mirábamos con Claudio, él pisaba la Luna Pelota y la movía con seguridad hacia adelante, ahí, entonces, no habíamos conquistado la Luna, recién comenzaba el viaje interestelar mediante el cual explorabamos el universo, aprendíamos a conocernos nosotros y nos hacíamos astronautas de la vida que hoy, en los jardines de nuestras casas, solemos intentar compartir con nuestros hijos e hijas, entre gambetas, porrazos, rodillas raspadas y risa que nos sigue haciendo agradecidos a la Luna Pelota.
* Dedicado al Astronauta Claudio Campos quien compartió esta foto de los años en que en Esquel y la Pelota eran nuestro universo.