Quiero comenzar este año parado en el lomo del número Dos con una frambuesa en una mano y una guinda en la otra, dar un brinco hacia adelante y caer en la cabeza de un huevo llamado número Cero, mirar el horizonte mientras recito un poema de un Poeta que vive en el lado oscuro de la luna y arrojar la frambuesa al cielo para que sea la más dulce estrella del universo; de ahí hacer una vuelta carnero y quedar con los pies para arriba haciendo la vertical en el jopo del número Uno, para desde ahí tirar la guinda al horizonte para que haga el trabajo del Sol por un ratito y dando un salto como el sapo caer en la joroba del número Cinco.
Una vez en ese lugar oler las fragancias dulces, agrias, amargas, ácidas, que desprenden unos bichitos llamados Dos, Cero, Uno, Cuatro, que me despide llorando y diciendo que me va a extrañar, pero le digo que no llore, que le agradezco lo bueno y lo malo que me obsequió, así es la vida y así me gusta.
Ahora, los bichitos Dos, Cero, Uno y Cinco corcovean de alegría, ladran maulladas al viento y de un solo tirón arranca hacia adelante despidiendo fueguitos de colores y aromas de tierra mojada que trae la lluvia, mientras me sumo a esas ganas bichezcas de libertad, trabajo, creatividad, alguna que otra lágrima y un racimo de risas en la punta de este sueño con ganas de ser Energía y Amor.
Calaverita Mateos (Esquel)
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