Sr. Calaverita Mateos:
Cómo anda mi culito peludo, justo hoy antes de comenzar a escribirte esta carta, estaba tomando el te con Meril Streep y Susan Sarandon con pizza fría de la noche anterior, y me preguntaban como te había conocido. Pues bien, le resumí nuestra historia de amor.
Era el año 2004 y yo andaba de vacaciones por la Patagonia, media camuflada para no ser reconocida, cuando me toca pasar por Esquel camino al Parque Nacional Los Alerces en un taxi que me llevaba al hotel del lago. En un momento determinado, cuando pasábamos al lado de la Terraplén (creo que ese era el nombre), le pido al chófer que se detenga al costado de la ruta que quería tomar unas fotos de tan paradisíaco lugar.
Precisamente, cuando estoy por enfocar para hacer clik en la máquina, por atrás de unas matas de retama salís corriendo vos, corriendo en dirección a mi, con un papel en la mano, mirándome fijo y con una sonrisa de sorpresa y excitación enorme. Pensaba que se trataba de un fan que me había perseguido hasta ahí para pedirme un autógrafo, entonces al llegar a mi lado te pregunté si la firma y la dedicatoria era para ti o para otra persona, a lo que contestaste poéticamente:
“Qué autógrafo ni que autógrafo, gringa, por favor ayúdame a alisar este pedazo de hoja de papel de diario para lavarme el ojete ya que ando con una churreta cojonuda y viá salpicar para los cuatro puntos cardinales”
Esas simples palabras fueron como un abrazo de Shakespeare a mi alma. Te ayudé a alisar el papel, vigilé que nadie viniera por la ruta mientras vos cagabas tranquilo y hacías un ruido parecido al león agónico que conocí en un zoológico de Nueva Guinea.
Terminaste de cagar, te subiste el pantalón y te invité a acompañarme al Hotel. Detrás del taxi, a lo lejos, aun se veía una nube de moscas que nos seguían infructuosamente, ya que en realidad te había quedado un poco de cascarria, seguramente. Debo confesar que a esta altura, tanto Meryl Streep como Susan Sarandon habían optado por dejar de tomar te e incluso una de ellas ya había ido al baño a vomitar, pero no me importa, el amor tiene esas cosas extrañas que nadie las puede explicar.
Luego de nueve semanas y media en el Hotel del Lago, poniéndola como condenados, sólo saliendo afuera para comprar yerba y torta fritas para el mate o salir a caminar por la costa del Futalaufquen mientras jugábamos quien sopapeaba más tábanos en una tarde, llegó esa mañana tan, pero tan triste. Yo debía regresar a Estados Unidos a comenzar el rodaje de “Bajos Instintos” y dejaba en Esquel al ser que más iba a amar el resto de mi vida. Camino al aeropuerto te pregunté si realmente te parecía lindo hacer el amor conmigo, a lo que vos con esa intelectualidad que roza con lo filosófico, contestaste esa frase que luego de contársela a Umberto Eco, este la utilizó de titulo para su libro sobre la historia del lenguaje:
“Es lo mismo desvirgar que desarrugar”
Un beso y lagrimas fueron nuestra despedida en el aeropuerto de Esquel. Ya en el aire, sin dejar de pensar en ti, encontré una cartita en mi cartera. Era una poesía de puño y letra tuyo escrita sobre el papel con el cual te habías limpiado el orto tras la mata de retama en la Terraplén, y aunque los demás pasajeros me miraban mal por el olor a mierda, leí aquellos trazos que me cautivaron por el resto de los días:
“Oh, Mujer que caminas, incesante los lagos
No olvidéis esta palabras que os dejo con respeto
Cuando extrañes este cuerpo, recuerda en tus manos
Sosteniendo con alegría este trozo de peceto”
Desde ahí, nuestras almas iríasn hacia la eternidad juntas a la par.
Bueno mi soretito terraplenero, voy dejándote estas palabras ya que debo ir a buscar una pelela para que Meryl siga vomitando ahí ya que me dejó todo el piso lleno de aceitunas y morrones con las vomitadas que largó esta guanaca.
Besos gigantes y una cruzada sexy de piernas que dejen entrever la pochola tuya.
Te ama, Sharon Stone
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar