
New York, 3 de julio de 2018
Amado, Calaverita…
Te escribo desde New York, precisamente desde la suite presidencial del hotel Hyatt, tirada en la cama jugando al jueguito ese que me enseñaste aquella noche mientras dormíamos cerca de Gualjaina que consistía en hacer rollitos con las pelusas que se juntan en el pupo, meterlas en la boca y hacerlas más compactas con la saliva, para luego escupirlas y embocarlas en los vasos.
Te extraño tanto, tengo tantas ganas de verte que anoche mientras cenábamos con Tom Hanks, Steven Spielberg y Catherine Zeta Jones, me di cuenta que ésta guacha turra contaba que había tenido un affaire con vos en un viaje de pesca al río Corinto cruce con el camino que va al lago Rosario, que fueron a juntar bosta de vaca para prender fuego al lado de la carpa ya que los jejenes les estaban picando hasta el ojete, sólo para darme celos, pero yo apropósito les conté a Spielberg y Hanks como nos conocimos y la razón de mi amor eterno e incondicional hacia vos.
“…Año 2001, plena crisis argentina, yo andaba por la Patagonia como embajadora de UNICEF y me mandaron a cubrir la vida de los pueblos más recónditos y decidieron llevarme para el lado de Piedra Parada donde me decían que encontraríamos rastros de las antiguas formas de cazar de los habitantes locales. Promediando el viaje, a unos kilómetros del destino se nos cruza por delante de la comitiva internacional en frente de la fila de camionetas un hombre, calzoncillos a la altura de los pies y desde su entrepierna un cacho de cuero estirado hasta el cogote de un choique que corría a unos 60 kilómetros por hora arrastrando al pobre individuo. A los 330 metros el ñandú cae rendido y el personaje que lo había atrapado llega a su lado y empieza a proferir cánticos aparentemente ancestrales en modo de agradecimiento a la tierra madre…”
Maravillosa historia y como sigue, Julia, preguntó Steven Spielberg:
…Nos acercamos hasta al lado del cazador y la presa junto a un traductor de la lengua esquelense que es muy compleja y requiere de técnicos específicos, y mientras aquel hombre, hoy mi hombre vociferaba, el traductor realizó su traducción simultanea:
“…Ma qué caza ancestral ni que ocho cuarto, gringos pelotudos, no se dan cuenta que no es ninguna boleadora la que se le enganchó en el cogote al choique, sino que es mi huevo izquierdo y me viene arrastrando desde hace una legua el concha de su madre y no cayó rendido al piso, sino que yo estaba tomando sol solamente con el calzoncillo puesto y el bicharraco del orto quiso meter la cabeza en un hoyo para descansar y la metió por debajo del calzoncillo y al asustarse salió corriendo con la mitad de mi par testicular hecho un lazo en su cuello, por supuesto ustedes imagínense que después de una legua de oler ese testículo sin orear te fulmina si o si…”
Increíble, si me permiten tomo nota para guión y vos Steven me producís la película, dijo Tom Hanks, mientras bebía una botella de caña con ruda de Momi Pugh
Bueno, mi Calaverita, luego de la cena ellos se fueron a terminar de cranear la película y financiamiento de la misma que hablará de tu vida, mi vida y nuestro amor desde las tierras patagónicas, y yo me quedé recordando aquella noche luego del fortuito encuentro en la meseta. Recuerdo que Rodrigoo Espinosa nos llevó hasta lo de su abuelo Martín Moncada, donde pernotamos y yo a la noche te puse el huevo izquierdo a remojo en agua y después te lo encremé con betún de perca del río Chubut y te lo envolví en cuero de piche, que según la medicina ancestral sirve para reponer dolores de bolas.
Al día siguiente me desperté y en los azulejos del baño escrito en un amarillo color pis estaba el poema que selló mi corazón a tu corazón y por el cual te busqué hasta lograr que seas mi pareja y futuro marido:
“Oh, Julia, luz de la Patagonia tu eres mi anhelo
encontrarse nuestras almas era en la historia un hecho
te agradezco curarme el bochín de cuero con pelos
Me voy al campo a ver si encuentro el derecho”
Bueno mi gordito como ñaco seco con azúcar, desde esta inmensa y fría habitación de un hotel de la gran manzana en Estados Unidos, te mando mil besos, cien caricias y cincuenta frotadas de huevo por si aún te duele el que enguachó al choique y otros cincuenta al que recuperaste atado a un alambrado y que lo cociste con tanza de pesca.
Te ama hasta el fin de los tiempos, tu gringa bocona, Julia Roberts….
– fin –
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar