– Leyenda patagónica – (Dedicado a René Galindez)
No es mi intención ahondar sobre el Aleph de Borges ni explicarlo tampoco ya que es bastante conocido entre los que gustan de las ciencias y la literatura el cuento del escritor argentino sobre un punto ubicado en un lugar estratégico del sótano de una cosa que, al ser mirado desde una determinada posición, uno puede ver el pasado, presente y futuro de todas las cosas vivas y aquellas que no, los pensamientos de todos los seres que habitaron, habitan y habitarán, es decir el Aleph contiene al universo mismo.
Lo curioso aquí es un dato nuevo que arroja mística al mito de Borges y nos lleva a pensar que el Aleph no sólo fue un maravilloso cuento, sino la verdad misma y el mismo estaría en nuestro pueblo, más precisamente en el club de la Española.
Así lo expresa un párrafo en la primera edición el libro del Licenciado en filosofía, Ricardo Tomas Cismondi “El whisky es de flojos, yo banco al fernet”, que en el capítulo once llamado «No me jodan, el viernes morfo lo que cocina el Gordo Silva», dice lo siguiente:
“…lo juro por el cura, Ricardo Carbonell, esa tarde yo llegaba a la Española más temprano que lo de costumbre, estaba cerrado, pero me sorprendió ver que desde una de las ventanas de la cancha de tenis salía con mucho esfuerzo un viejito vestido formalmente que se parecía a Jorge Luis Borges, y cuando quise acercarme a corroborarlo el anciano tanteando a ciegas la manija de un auto negro, vidrios oscuros, al cual se subió en el asiento trasero y salió rápidamente por la calle Mitre hasta la Ameghino y desde ahí en dirección a la salida de Esquel…”
Tanto en las peñas folclóricas como en las clases de Biología de la escuela Normal, Daniel Martinez y Andrés Osvaldo Maya, respectivamente, comentaban la leyenda que Borges había estado en Esquel, más precisamente en la Española. Algunos le adjudicaban al Viejito Ortiz el conocimiento de aquella misteriosa visita a Esquel a la cual le agregó (según se conocen rumores), un condimento más picante diciendo que Borges vino a esconder el verdadero Aleph a la Patagonia y que se encontraría dentro del trinquete Hipólito Galán de la Española y que sólo podía ser visto si uno marcaba una reja (tanto particular de este deporte) y lo observaba desde un punto determinado de la cancha. Es mas, en un partido de truco que jugaban en bufet del club, Mauricio Molina, Facundo Demian Gómez, Felix Baliente y Caviglia Guille, se deslizó una anécdota grabada por el Periodista, Andrés Campos, que podría certificar la sapiencia del viejto Ortiz quien aparentemente habría trasladado ese conocimiento a su hijo, Omar Ortiz. Fue en un partido entre Alejandro Arjona, Jorge Enrique Saadi, Pilo Jenkins y Jonás Merino donde este último pegó un paletazo muy fuerte que dio en la pared derecha, luego en el frontón, piso y casi en la reja escuchándose un grito del árbitro, Omar Ortiz:
“…uy, boló!!…casi hacés mierda el Aleph…”
Cosa que pasó desapercibida en aquel momento, pero que quedó sobrevolando las mentes inquietas como un hecho que deambulaba entre la fantasía y la realidad.
Pero hace unos días ocurrió lo que alguna vez debía ocurrir. Dos jugadores confesaron haber visto el Aleph en la mismísima pelotita de pelota a paleta en un campeonato oficial del club. Una foto tomada por los hermanos Ryan y Axel Lloyd da cuenta de ello.
El juez del encuentro era Ricardo de Oro, los equipos que se enfrentaban estaban conformados por los contrincantes Randal Nicolas Williams / René Galindez versus Gustavo Gustavo Fernando Mateos / Calaverita Mateos.
Promediando el encuentro de los pelotaris, desplegando su juego zen, René pega un paletazo con módica fuerza, pero eficaz dirección, dando la famosa calesita que va desde la pared derecha, pegando arriba de la franja de chapa naranja hacia la reja que divide el trinquete de los espectadores. Calaverita realizó un esfuerzo titánico para alcanzar a detener la reja (el tanto), pero fue en vano ya que en el trayecto lo pasó a llevar a a René estrolándose ambos contra el suelo cerca del frontón, pero al mirar desde el suelo hacia el sitio donde está el público quedaron inmóviles y con los rostros desencajados sin quitar la vista de la reja ni levantarse del suelo y desoyendo los gritos de los jugadores, arbitro y espectadores ansiosos para continuar el desafío que nunca concluyó, ya que tanto René como Calaverita fueron lentamente hasta la reja, como hipnotizados, tomaron la pelotita que había quedado curiosamente atrapada entre dos fierritos de la reja, la quitaron de ahí y se trasladaron cual zombies (sin quitarle la mirada a la pelotita), entre puteadas generalizadas, hacia afuera de la cancha hasta sentarse ambos frente a frente a la esfera de goma con cara de haber visto al mismísimo dios. Se quedaron así hasta la medianoche sin esgrimir palabra alguna hasta que Pablo Garayo dijo llamen a una ambulancia, Tato Jenkins recordó la historia de Omar Ortiz y la relacionó con este difícil momento y Roberto Daniel Colinecul selló aquella noche misteriosa con una frase que es la que quedó en la historia oficial del club y del pueblo, pero que quizás oculte un hecho que develaría la incógnita de la visita de Borges y la existencia empírica del Aleph. Dijo el Dodtor Colinecul:
“Dejenló a esos loco e mierda si le patinan los discos de freno a los concha su pico”
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar