Por todas las veces que te arrojé un hueso de fémur de garca y me lo trajiste.contento.
Por todas las mordidas cariñosas a los niños que dejaste sin brazos ni piernas, por no querer tomarse la sopa.
Por las lambidas a los bifes de chorizo de carne de suegra que te preparamos con mis amigos.
Por el enchastre de sangre que dejabas como cachorro caprichoso cada vez que te lastrabas a algún vecino descuidado.
Siempre te recuerdo con el corazón, Hanibal, o al menos con la parte que me queda del corazón después del tarascón que me metiste para la cena de Navidad.
En su día, FELICIDADES A TODOS LOS HANIBALES!
Calaverita Mateos (Esquel)
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