
Algunas veces, como esta mañana, adoro que me de la espalda.
Los domingos que roncan horas dormidas en las mañanas con lluvia y aroma a tierrita mojada.
Cuando las sabanas con nubes caídas del cielo sueñan arroz en la vereda de ese viejo edificio.
Algunas veces, como esta mañana, adoro que me de la espalda.
Entonces, sin despertarla de su sueño de crema, la abrazo de costado, por atrás, con la fuerza y ternura de los labios a la frutilla y le agradezco su silencio de almíbar a mi lado, en la cucharita que la envuelve y que nos abarca.
Esta mañana, mi amor, queda oficialmente inaugurada la temporada de cucharita.