
No he decidido nacer en este harto océano de gris sin contemplación, pues nadie decide sobre la que ya se decidió, pero a pesar de la sed y orfandad de colores, mi savia no ha dejado fluir con esfuerzo su tradición ofreciendo al sol las oraciones sin voz ni tinta.
No es heroísmo ni urgencia de trascendencia lo que me mantiene en pie, pues nadie decide lo que ya se decidió, y en la soledad que expande la distancia de mis congéneres, seré la verdad que por un instante mermará el andar de tus zapatos, cesará la labor de tu pensamiento y esbozará la tenue sonrisa en donde nos encontraremos, finalmente, a ser.