
Anoche la encontré fusilando Don Juanes con el calibre de sus muslos, quiso la timba de sus ojos arrimarse a la distancia de tres codos y medio whisky de mis labios.
Anoche zarpamos sin candados a gambetear cruces, prejuicios, tabúes y morales con bastón, bigote o sotana.
Anoche, ella, eclipsó las penas y la melancolía, anoche, ella, fue luna, poema, carne y orgasmo.