
Mis esperanzas andan bostezando cachetadas de un futuro sin flor ni truco.
A las siete utopías que me faltan le florecieron caries y les tiemblan las patas de palo, pero desde el córner de los solos, ni el lineman tuerto de amores me va a cobrar este gol olímpico, ese que infla la red del arco de las polleras que amanecen olvidando sus tangas.