💃🏿🌳 La bailarina de la Terraplén 🌳💃🏿

(Leyenda patagónica)

Históricamente, la cartelería e información turística ha prescindido de brindar datos acerca de las experiencias místicas de la Patagonia, un poco por pudor institucional y otro poco por miedo a posibles respuestas del más allá. Mi deber moral es, por supuesto, no dejar en el olvido las manifestaciones que la vida, y la muerte, van sembrando en los surcos de la existencia como mapas en la oscuridad del destino.
Pues bien, quienes suelen ir al Parque Nacional los Alerces, sobre todo aquellos de almas sensibles, la han visto a orillas de la laguna Terraplén, o como algunos afortunados que han sido testigos de sus desplazamientos artísticos al son de la música del viento y las olas de la laguna.
Nuestros abuelos cuentan que en aquella zona vivía la familia Napaiman, originarios del lugar. Elvira y Eusebio tuvieron sólo una hija, Aneley.
La familia de la Terraplén recibió, a principios del siglo XIX, la visita de un explorador y fotógrafo argentino del cual aún no se tienen datos fehacientes. Entre muchas horas de compartir las culturas, Aneley quedó hipnotizada por unas fotografías en sepia de una bailarina en un teatro de Buenos Aires, mientras el explorador le contaba que algunas personas danzaban músicas para expresar historias, pensamientos y emociones.
La hija de los Napaiman, todos los días, corría feliz hasta la orilla de la laguna vestida con algunas telas que hacían de tutu al estilo de la bailarina color sepia. Nada la hacía más dichosa que bailar e interpretar naturalmente lo que el viento, la tierra y el agua le transmitían en notas musicales.
Pero aquella zona en aquel siglo, también fue víctima de la cruel mal llamada «campaña del desierto».
La familia Napaiman fue desalojada a la fuerza, algunos historiadores aducen que fueron muertos para sacarles las tierras, al igual que el explorador que había elegido aquel territorio de los Napaiman para vivir y aprender de la sabiduría ancestral.
Maitén al son del viento, junto a flamencos y una laguna que resisten al olvido y no cesan de contarnos las penas que otros pretenden callar.

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