
Descubrí que detrás de mis pupilas, existe una casa simple, humilde, con tres ventanas triangulares y una puerta redonda en el techo, también posee una chimenea de chocolate que larga humo dulce hacia abajo.
Si cierro los ojos suelo escuchar el murmullo de unos gatitos tan pequeños como el universo contenido en un corinto recién madurado, me parece que trabajan durante la noche para armar los dibujos, formas y colores que yo veré durante el día, pero de noche duermen y en sus ronquidos se edifican los sueños que nutren sus potes de témperas oníricas.