
En estos días de oleaje cabrón, la suerte se ha tomado licencia por duelo, el ojo con parche tiene turno con el oftalmólogo y la pata de palo largó los primeros brotes, como si esto fuese poco, el loro se mudó a otros hombros mar adentro y el garfio ha comenzado a oxidarse.
En ronda de truco ligo póker y en ajedrez mi adversario canta falta envido.
En estos días de sismos en las rodillas de la estantería hasta la soledad invade mi solitaria soledad, los grandes chistes se mudaron de barrio y los enanos del circo ya miden casi dos metros.
Juego a todos los números en la quiniela y sale letra.
La pluma quedó sin tinta y se voló, mientras crecen canas verdes hasta la entrepierna y ya ni mierda para pisar puedo encontrar.
Sin embargo, con este salvavidas de plomo en medio del océano de plumas duvet, el faro de tu voz con fiaca, el eco de tus ojos calibre cuarenta y cinco y los caprichos Prêt-à-porter son mi única certeza, aquí, donde latiste siempre.