
En los pueblos, en las ciudades, hay casas cuyos ladrillos murmuran, cuentan.
Me gusta pasar lentamente por la vereda de la casa de la esquina de Belgrano y San Martin, escuchando el bullanguero silencio de sus maderas y viejos ladrillos que se cuentan historias y chismes de Esquel con los árboles de su hermana plaza.