
En el extremo de la sábana negra con pecas de estrellas del universo, allí donde no alcanza a mojar con sus penas las olas de los cumpleaños sin velita ni piñata, tengo una almohada hija de la alquimia de las noches y el silencio, hecha con la tela de las dudas y las plumas de las certezas.
Cuando estoy cansado de ser y sentir sentido común sentido, poso la mejilla del lado de las verdades mentirosas y me sumerjo en el sueño de los no somos, para dejar de ser un soy y vestirme con el pijama de los siendo somos.
Me gusta, a veces, no ser un soy y si ser un somos sin soy.