Mañana nublada, una rosca tremenda. Iba a filosofar y tomar mates a la casa de Carlos Giroti, cuando al girar en una esquina, apareciste vos.
En el bar «El Tornillo» te vi sentada , rara como encendida, mientras comías esa rosca de pascua cocinada vuelta y vuelta. Curiosamente silbabas la melodía «Yira Yira».
Sin vueltas me acerqué. Sonreí tímidamente y te invité a compartir nuestras vidas por siempre.
Me dijiste que seria lindo, pero.
Que siempre habías soñado conmigo, pero.
Querías casarte conmigo, pero.
Deseabas formar una familia juntos, pero.
Soñabas conocer el mundo de mi mano, pero.
Me di la vuelta inmediatamente y desandé el mismo camino, mientras te escuchaba en la lejanía decir otros de tus enrosques.
No quiero que te vayas, pero.
Te voy a extrañar, pero.
En fin, ese fue mi primer Amor enroscado. Las vueltas del corazón.
Calaverita Mateos (Esquel)
www.calaveralma.com.ar