(Leyenda patagónica)
Según el libro de efemridis Teckenses “Niu iorc, vó no esistí” del Licenciado en piolines para pizzas, Enrique Navarro, un día como hoy, pero de 1964, nacía en Tecka (Chubut), el descendiente de inmigrantes austriacos, Karl Fosfori (Colo, para los amigos).
Cansado de sufrir el acoso de los compañeros de escuela con apodos, tales como Cabeza e’tuco; decidió escaparse de su casa a la edad de 12 años para internarse en la estepa patagonica y meditar sobre su condición.
Durante cinco días y cinco noches meditó en la intemperie, mientras el frío, el calor y el viento erosionaban su ejercicio espiritual.
Al sexto día ya estaba cagado de hambre y de sed, la meditación no le había servido una mierda y decidió regresar corriendo a Tecka a seguir con su vida normal. Agachó la cabeza y con las pocas fuerzas que le quedaban arrancó a tranco rápido el retorno, pero a los diez metros tropezó con tres patitos desorientados que no encontraban espejo de agua, Medio tambaleante, la cabeza de Karl Fosferi chocó con una lenga y esa fricción produjo combustión entre el cabello y la madera produciendo fuego. Cayó sentado al suelo y, mientras se echaba arena en la cabeza, dijo:
“Eureka! hay que unir la madera y el azufre para crear un objeto que sirva para encender fuego de manera simple y sencilla”
Bautizó a ese objeto usando y honrando su apellido como “Fósforo” y patentó la marca en homenaje a los animales que le causaron el tropiezo previo a la idea (Tres Patitos) e instaló la fabrica en Tecka, uno de los lugares más encendidos de la Argentina.
Aun se recuerda con emoción la primera consulta y venta en el Almacén de ramos generales de su familia cuando el paisano más retobado de la región, Don Romualdo Tito Carqueja ingresó al local y mantuvo esta breve conversación en la primera venta de Fósforos Tres Patitos:
– Tito: Buen día…
– Karl: Buen día ¿Qué busca, don?
– Tito: Fósforos…
– Karl: ¿Patito?
– Tito: No, pa Juancho concha tu madre!
– Fin –
Calaverita Mateos (Esquel)
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