“ Ladrillos desteñidos ”

Aunque los turistas y adalides de la oferta y la demanda nos acusen de ciudadanos dejados o quedados, sabemos muy bien que es de buen vecino no molestar ni alterar la tranquilidad de la casa.
El año pasado, grupo de Psicólogos peronistas chilenos en conjunto con la Asociación de Oculistas radicales de Puerto Madryn, establecieron, a través de un documento oficial, que la mayoría de los ciudadanos de Esquel poseen una desviación en la retina de los ojos ligada a la concavidad ocular que es afectada, principal y únicamente, al atravesar la calle Mitre, entre San Martín y Ameghino.
Esta malformación hace que al transitar por este tramo de la ciudad, la mirada de los esquelenses se torne oblicua y concurra en la dirección inversamente proporcional a la locación de una vieja casa de ladrillo que aun, a duras penas, sigue en pie al lado del supermercado la Torinesa.
Estos investigadores progresistas establecieron en esa falla de la morfología de los cordilleranos, es la que obstaculiza el avance de los prodigios de las modernas empresas inmobiliarias.
Pero ojo al piojo, estimados lectores, aquel es sólo una cara de la moneda. Permitame ofrecerles un documento que contradice al anterior mencionado, perpetrado por la Agrupación de Vecinos de Esquel en Defensa de Los Ladrillos.

“Repudiamos enérgicamente el documento de y las declaraciones viles vertidas en el por los supuestos eruditos chilenos y de Puerto Madryn.
Adiestrados éstos en las academias occidentales positivistas, han olvidado, tal vez adrede, que los sujetos y los objetos no necesariamente coexisten en planos separados.
Un ejemplo de lo expresado es, en este caso, esta Casa de ladrillo y su relación con nosotros.
Permitanme explicarles (quizás confesarles), que ese supuesto desvío en nuestra mirada que surge al pasar al lado de la mencionada locación, es, en si, un voluntarioso acto de libertad y afecto para con ella.
Sepan ustedes, que las historias de todos nuestros amores perdidos, todos nuestros amores correspondidos, pero caídos en el ocaso del tiempo, sumado a los recuerdos de los besos que alguna vez nuestros mayores amores nos dejaron en los labios, son dejados en cada uno de los ladrillos de este tradicional sitio de Esquel.
Si usted se fija bien, hay tantos ladrillos como amores se han concretado, destruido o vueltos a remendar en nuestra ciudad. Los secos arboles lo disimulan bien.
Nuestra torcida mirada, entonces, corresponde mas bien a un tácito pacto ciudadano por el cual establecemos hacernos los otarios al pasar por aquella calle, en frente de la plaza San Martín, pero no por despreciar aquel monumento tradicional de la arquitectura; sino un heroico modo de disimular su existencia frente a los mercaderes e inmobiliarias que, si sospechan de un interés sobre ella, pronto caerán con sus topadoras irreverentes para borrarla de nuestra identidad y darle lugar a nuevas construcciones insulsas.
Por ende, declaramos la casa de los Ladrillos Desteñidos, patrimonio histórico de nuestra ciudad, en donde los besos de nuestros bisabuelos, abuelas, padres, madres y los desplegados por nosotros mismos, tienen su nido, su lugar, su cobijo donde descansar de la lluvia del olvido, ese aguacero que pretende borrar el Amor de los rincones de cada ladrillo de las ciudades que viven, que laten, que nos viven, que nos permiten palpitar en sus muros”.

Dejo a su opinión, querido e inteligente lector, a quien quiera usted creerle. Hasta pronto, nos vemos, estoy un poco triste, mi novia me dejó y quiero ir a llorar al muro de los lamentos de la casa de Ladrillos Desteñidos de mi ciudad, pues no quiero olvidarla.

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