Por unas horas no me jodan, que mis huesos y yo nos vamos a hacer eso, chantar la espalda en una lonja del universo y afanarle algunas vueltas al disco de las agujas del reloj de arena de quienes andan con las tabas apuradas para llegar a ninguna parte.
Al bidón de combustible extralarge del voiture de mi corazón, lo lleno con tres litro de estrellas fugaces y media cola de cometa sin coima, más algunos gramos de ralladura de lado oscuro de la luna, mientras bailo el ula ula con el anillo de Saturno para abrirle la tranquera de la croqueta a la razón, la lógica, el pensamiento y las certezas, así cuando vuelven a su nido relleno de materia gris con fecha de vencimiento a besarse con las dudas y la incertidumbre de un universo que si uno quiere, hasta nos ofrece su colchón cósmico para siestear al pedo, gran remedio de la medicina fiaquística cuántica.