Amanece, me despertó la luz de la noche y me acomodaron las ideas los rayos de sombra del sol, mientras intento recordar el sueño de las montañas bajo el mar y los peces que vuelan picoteando los brotes de estrellas entre los enjambres de planetas que son, los días domingos, las bolas de billar en el paño onírico de una entidad superior que vive en la uña del dedo chiquito de mi pie izquierdo.
Pero me tengo que levantar de esta llanura colchón, relleno de plumas de dragones místicos y, si me dan permiso o no, voy a cagar a almohadazos las nieves eternas que platearon la sien de Gardel.
Hoy amanece, siendo, hoy estoy amanesiendo.